martes, 13 de mayo de 2008

RECITAL CHILANGO ANDALUZ

AQUÍ OS OFRECEMOS UNA MUESTRA DE LO QUE FUÉ EL RECITAL

Una ciudad son sus tejados,
irregular y caprichosamente
distribuidos
que forman, sin saberlo,
la superficie del mundo.
Su mudez de piedra.
Su paisaje que muere
donde no llegan los ojos.
Su altura.

Una ciudad son sus tejados
y los gatos que los habitan
presa del hambre
y su frio comun,
sus chimeneas torcidas
como la dignidad de una escoba.

Una cuidad son sus tejados
siempre en perspectiva,
una ciudad son sus tejados
y el alba que se esconde
de la noche
entre ellos,
arrastrándose, moribunda,
sabiendo lo que le espera.

Borja de Diego

Como barcos de papel

Creyendo conocer la vida,
la cruzamos como barquitos de papel
en alta mar.

Caminamos con los ojos
teóricamente abiertos
por áreas de servicio.
Adoramos la velocidad.
Salvaguardamos la costumbre.
Algunos imploramos el naufragio.

Luego despertamos,
o eso parece, y ya no vimos
lo que debíamos ver.

Todo hombre de verdad
guarda metralla en los ojos.
A todo hombre de verdad
le escuece la mirada.

Borja de Diego

Vagones.

Solemos espantarnos en el metro
de sus habitantes mudos,
de sus miradas juiciosas y permanentes:
fijas en nuestro pasado
fijas en lo que dejamos en la anterior estación

y suelo aburrirme
sobre todo por las mañanas,
en que inocentes rozamos
nuestra carne con la ajena
y somos bellos mientras lucimos sardinas.

Alivia la alarma
cuando predestina nuestro arribo,
alivia el convoy
al seguir de frente,
siempre sólo
por la única vía que nunca se queda atrás,
como nosotros: brillando de tiempo perdido.

Iván Vergara


Quinientos años

Portugal es un país de rocas
esculpidas como atlantes
que asoman un dedo al mundo.

Portugal es un país de mares
con dientes de luciérnaga
que siempre – irremediablemente –
despiden al sol.

Portugal es un país que todo
cuenta en silencio,
sus mujeres lo saben,
sus secretos son oro bravo.

Portugal es un país de bisagras
añejas desde los huesos
y nadie sabe de sus llaves.

Te entierra sus ojos
con una sonrisa cauta y mora,
te deja con el murmullo
de los salones antiguos
y sus antiguas delicias.

Portugal me pesa,
me orilla a izar bandera
para descubrir como hace quinientos años
la locura que me conduce por sus calles,
y que entonces, hace quinientos años,
me orilló a tirarme al mar
para ahogarme de mundo.

Iván Vergara

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